viernes, 22 de febrero de 2013

Círculo de Mujeres

Un círculo de mujeres es un espacio de cultivo de lo femenino. Un ámbito neutral y seguro donde las mujeres nos re-unimos para compartir nuestra esencia, redéscubriéndola y actualizándola. Cada círculo de mujeres es un embrión que hace visible el poder de las madres, de las hijas, de las hermanas; de las esposas, de las abuelas; de las amantes, de las amigas. 

No nos sentamos al modo jerárquico en que alguien habla al frente y el resto mira sólo en esa dirección sin poder ver el rostro de todos los participantes ni escuchar sus palabras. Nos sentamos en círculo para recordar que todas tenemos derecho a ser vistas y escuchadas. Las mujeres nos re-unimos en círculos para recordar quienes somos y aprender entre mujeres acerca de lo femenino. 

Los círculos de mujeres tienen un fuego simbólico en el centro constituido por el profundo anhelo de los corazones maternales de que todos los seres tengan casa, comida, sustento, dignidad, salud, libertad y paz; viviendo en comunión con la madre Tierra. 

Cada círculo de mujeres es un embrión que hace visible el poder de las madres, de las hijas, de las hermanas; de las esposas, de las abuelas; de las amantes, de las amigas. Un lugar donde aprender a confiar en nosotras mismas y en nuestra manera de entender el mundo. Un manantial donde abrevar para recobrar fuerza y aliento. Un espacio donde encontrar verdadero apoyo para llevar adelante ideas y proyectos. 
Los círculos de mujeres aceleran la necesaria transformación del mundo. Cuantas más círculos se creen, más mujeres despertarán y aportarán para que la esencia femenina retorne y florezca en la Tierra y en la familia humana. 


Desde siempre.
Milenios por detrás, tiempo sin tiempo.
Las mujeres nos hemos reunido unas con otras.
Siempre supimos de redes, de tramas, de círculos, de mandalas y corazones abiertos.
La luna nos cobija bajo su luz, desde el origen de las mareas.
Menstruábamos juntas. Abrazo de sangre y misterio.
Sintonía perfecta y cósmica.
Las diosas nos guiaban, las manos tejían magia acordonada con caricias, los astros iluminaban los secretos, las miradas se compartían, las visiones se transmitían de boca en boca, de alma a alma.
Guerreras, sabias, brujas.
Juntas teníamos la risa y el llanto.
Juntas sabíamos de hijos, amantes, soles, miedos, juegos.
Juntas crecíamos, compartíamos, creábamos.
Juntas paríamos. Juntas sanábamos. Juntas nos adentrábamos en los secretos de la Anciana Sabia. Juntas nos alejábamos de aquí cuando la Diosa nos llamaba.
Juntas.
Amigas.
Hermanas.
Esa chispa de amor y complicidad, de abrazo y compañía, de beso y contención todavía corre en nuestras venas.
Somos diosas compinches, bulliciosas, cariñosas, solidarias, compañeras.
Somos diosas que gustamos de sentarnos en rueda, contarnos historias y acunarnos.
Somos diosas que danzan y se ríen, creativas, juguetonas.
Somos mujeres en círculo: hermanas laboriosas, solidarias chamanas, con latidos cotidianos, con pociones y silencios.
Una canción nos lleva de la mano y nos trenza el alma desde lo más sagrado.
Danzamos con la Rueda mágica de la Creación.
Soñamos suspendidas en el Aliento Infinito de la Diosa.
Una y otra vez nacemos.
Nos parimos de la mano.
Juntas.
En un mismo latido, le regalamos la Vida al Universo.